lunes, 31 de octubre de 2011

Filosofia, conciencia y acción educativa

Segunda tarea del Blog
Alberto Muñecas Vecchione
Partiré en esta oportunidad de un planteamiento del filósofo de la comunicación Alberto Pasquali
“…la tarea seminal de concienciar las sociedades acerca de un determinado problema tiene casi el mismo rango axiológico que el dar solución al problema mismo, pues sin sensibilización, sin conciencia previa y socializada de la necesidad de un cambio, el cambio mismo será incomprensible, efímero o inviable.”
Sobre este texto quiero agregar algunos contextos para estimular el análisis de los visitantes al blog
hay que ubicar la explicación dentro del fenómeno que llamamos globalización y distinguir que dentro del continuo histórico de la humanidad, vemos como la velocidad de aceleración del desarrollo humano es muy cercana a la forma como se expanden las formas de comunicación, así, la participación de Guttemberg con el libro impreso y de Marconi, Hertz, Popov y Tesla con las transmisiones inalámbricas de radio, para luego desencadenar la televisión y la mass media  marcan la fuerza de la comunicación y el evidente protagonismo de los medios de comunicación dentro del continuo humano,como consecuencia podemos hablar en la actualidad de la aldea global, tal como lo calificó en 1964  el sociólogo canadiense Marshall McLuhan, pero el germen de todo sigue siendo la cálida relación del niño y joven con su docente. De ahí se desprende el perfil personal del protagonista y el grado de humanidad de la sociedad donde él existirá.

Viendo a la educación entonces desde este núcleo de análisis, somos comunicación personal y cálida y eso nos hace pedagogos, sin embargo desde Pasquali obtenemos como ganancia el concepto de que la educación es un acto comunicacional hermenéutico extendido en la especie humana y germen del desenvolvimiento cultural.
En otra mirada del tema nuestro profesor Anibal Lárez ofrece otros argumentos prometedores que estructuran a la educación como un acto comunicacional de modelación perceptiva, basada entre otras categorías en la alteridad o la idea de ver al otro teniendo en cuenta creencias y conocimientos propios del otro, con el fin de alterar los conceptos propios preconstruidos por el yo. 
Estos dos juicios parecen ser una base energética  importante para la construcción de un modelo de formación pedagógica otro, que intente detectar la razón por la cual los docentes tienden a mantenerse adosados a las bases ancestrales del conocimiento pedagógico, sin someter esos planteamientos a la duda, la discusión o la ampliación, produciendo como consecuencia la perennización de un modelo que para nada da cuenta de la realidad y no produce en forma alguna la reconstrucción del modelo.
La resistencia al cambio social en materia de pedagogía o al menos la negativa de adaptación de la misma a los recursos del saber disponibles para esta época, es una condición dominante en la sociedad venezolana, y todos estamos sometidos a esta desafortunada  tendencia.
Un hecho muy prometedor para nuestra profesión y la sociedad sería dilucidar las razones de este fenómeno y salirle al paso desde nuevas generaciones educativas como la que ustedes protagonizarán.

jueves, 13 de octubre de 2011

Objeto de estudio de la filosofìa de la educaciòn

Razonamiento inicial:

Este es el Blog comunicaciòn entre los participantes de las secciones 01 y 02 del curso de filosofía de la educación UPEL IPM Octubre 2011 Febrero 2012, el cual se desarrollará a través de una responsabilidad colectiva manejada por los alumnos de este curso y el profesor Alberto Muñecas Vecchione.

El curso será una reflexión destinada a crear docentes constructores de soluciones viables a los problemas educativos que se presentan en el campo de acción de docentes y estudiantes en cualquiera de las modalidades y niveles educativos del sistema social de formación.

Se trata de un enriquecimiento de la capacidad de comprensión del intelectual docente, con el fin de que identifique y se separe de cualquier intromisión ideologizadora y/o cercenadora de la libertad y/o la autonomía que deben acompañar a la condición intelectual, como un derecho humano básico.

El hombre intelectual es un sujeto vacunado contra la alienación, dispuesto a convertirse en un transformador constructor capaz de liberar a la sociedad de las fórmulas de poder que a través de la historia han tratado y tratan de detener la condición creadora del colectivo y el individuo.

Desde el piache y cacique tribal, hasta el dirigente político o militar, el poder que ellos ejercen es irremediablemente conservador de una lógica social que le es favorable a la élite que lo sostiene y en consecuencia siempre opuesto a los poderes creadores y reformadores del ser humano. El poder se aplica con exquisita preferencia en las dinámicas de los procesos escolares, los cuales son habitualmente cercenados a través de la lógica administrativa del programa de clases, el currículo, la evaluación, la supervisión y la coerción administrativa y laboral.

El docente que se viste ciegamente con estas armaduras decimonónicas de la teoría educativa, se convierte en una especie de fósil medieval que reproduce los mecanismos clásicos del poder usualmente vinculados al ocultamiento y el engaño sobre la realidad, Estos docentes marcadores del poder se expresan regularmente por la vía del cumplimiento estricto de las obligaciones socio-estructurales del sistema, guarida muy eficiente del quietismo que el poder desea de sus gobernados. Adicionalmente el docente reproductor del poder suele regirse por la aplicación de sus propios y anacrónicos códigos, arrancados desde las profundidades del mar de sus alienaciones, constituyendo un escenario educativo que no se recrea, sino que se repite rutinariamente.

A partir de la comprensión de estos procesos, el curso de Filosofía de la Educación persigue que cada participante desarrolle una aguda capacidad crítica, con el fin de derrocar, desde la semilla de lo socio-civilizatorio (léase escuela), todo intento totalitario de secuestrar el atributo humano de la libertad, sea cual sea el actor social que lo patrocine o imponga.

La base de la libertad se residencia, de acuerdo a esta interpretación, en la capacidad crítica de investigación personal y colectiva multideterminada y automotivada para la creación de capital civilizatorio en cualquiera dimensión y en todas sus opciones, guardando como únicos límites a la ética y la moral de la época en que aparezcan las creaciones.